gente hasta saciarse, sino que los discípulos recogieron doce canastas de pedazos para uso futuro. El Señor no desperdiciaba nada. La lección práctica es clara: dondequiera que haya una necesidad, entrégale a Jesús todo lo que tengas y déjale que él haga el resto. Empieza con lo que tienes, pero asegúrate de dárselo todo. Ese muchachito merece un elogio por darle a Cristo su almuerzo, y hay que elogiar a su madre por haberle dado a su hijo algo que pudo entregar a Jesús. La ofrenda de ese pequeño
Page 78